Capra Proyecto Agropecuario
Objetivos del Proyecto
LA PLANIFICACIÓN DEL DESARROLLO REGIONAL
Una de las características del subdesarrollo es la permanente migración de familias a las regiones metropolitanas y el principal motivo; la pobreza extrema y la falta de trabajo. Nuestro hombre desocupado no pierde la esperanza de conseguirlo para vivir dignamente sin tener que depender de comprometidos subsidios. Quizás sea el sueño que muchas familias campesinas arrastran desde hace varias generaciones y que tiene su origen en aquel Decreto promulgado con las firmas de Martín Rodríguez y Rivadavia el 18 de abril de 1822 que ordena la detención de los supuestamente considerados Vagos y mal entretenidos y que constituyó un eficaz instrumento para arrojar a las filas del ejército a los infelices pequeños propietarios de tierras conquistadas por la clase gaucha al desierto, cuando una naciente oligarquía terrateniente se las codiciaba porque molestaban cuando éstas empezaron a encontrarse en medio de sus grandes propiedades.
El decreto determinaba que el Jefe de Policía quedaba encargado de detener a los vagos, o sea el gaucho que tenía tierras, cualquiera sea la clase a que perteneciera y destinarlo de inmediato a un doble servicio militar de 10 años, al cuerpo de armas, para que lo destine al ejército que crea conveniente. Este decreto se actualizó en plena generación del 80. Y fueron miles los acusados enviados sin derecho a defensa de una falsa acusación. El Martín Fierro de José Hernández, narra en toda la extensión del libro, los sufrimientos y peripecias sufridas por nuestro gaucho.
Tuve en mi pago en un tiempo
Hijos, hacienda y mujer;
Pero empecé a padecer,
me echaron a la frontera.
¡Y que iba a hallar al volver!
Tan solo hallé la tapera
Consumado el despojo, los que pudieron cumplir los diez años de doble servicio militar sin morir en los campos de batalla les resultó imposible regresar a sus pagos. Los que pudieron hacerlo no encontraron ni el rancho ni la china ni sus hijos y las tierras ya se las habían rapiñado. La única alternativa fue quedarse en tierras del NOA, NEA y CUYO en lugares poco favorecidos por la naturaleza, casi escondidos, esperando que no vuelvan a castigarlos y que tampoco le envidien de nuevo el rancho y en lugar de vacas criaron cabras.
Con los años adquirieron un derecho que nunca se les reconoció y muchos quedaron como puesteros en tierras fiscales, que en muchos casos, por la ley de Enfiteusis, se vendieron. Nunca, ni en democracia ni en dictaduras se intentó poner justicia a este despojo y regularizar su condición de intrusos a pesar de los derechos de propiedad que les asiste, inclusive como justo resarcimiento de las miles de hectáreas que les rapiñaron.
Desde hace décadas, observamos el continuo despoblamiento del campo por falta de trabajo. Actualmente el índice de población rural está por debajo de los dos dígitos. Uno de los motivos; las dificultades para comercializar lo que producen. Si hablamos de criadores de cabras, es dependiente de la única oferta que le hace un acopiador que le visita un par de veces en el año. El pequeño productor hace años comenzó a abandonar su rancho para buscar un trabajo que al menos le cubra los gastos para comer. Lo vemos a diario en las capitales de provincia, especialmente en Buenos Aires, Rosario y Córdoba. Los sueños de miles de familias terminan estrellándose con la dura realidad de lo imposible y así los encontramos hacinados en villas de emergencia, sobreviviendo con subsidios y alimentándose en comedores comunitarios o “cartoniando” en la basura, como para tener un peso más y condicionando su libertad a depender de punteros políticos, y lo que es peor; tentados con ilícitos y el riesgo de terminar preso o muerto en alguna zanja.
El despoblamiento del campo sucede desde hace varias décadas y tuvo su origen en la nacionalización de los ferrocarriles el 1 de marzo de 1948. El campesino tenía la posibilidad de tener un ingreso estable y los que pudieron, allá fueron. En 1962 se produce la tremenda aberración del cierre de los ramales que permitían movilizar la producción de las regiones del NOA, NEA y CUYO. La promesa incumplida fueron nuevos caminos para el transporte automotor de cargas. Quedaron cientos de pueblos fantasmas que sobrevivieron, viendo transcurrir décadas de inacción.
Muchas cosas siguen igual, esperando un milagro. La esperanza es lograr que en el pueblo nos pongamos a trabajar, sin distinción de colores políticos, a elaborar un verdadero plan de desarrollo para cada región del país, valorando los enormes recursos naturales existentes. Un Plan de Desarrollo Regional es para el corto, mediano y largo plazo. Su definición sería: la adecuada ubicación del hombre en la geografía, en función de los recursos naturales y actividades económicas, para brindarle mejores condiciones de trabajo, hábitat y servicios que nos permite determinar, dónde queremos estar en el futuro, cómo queremos estar y cuáles son las acciones y recursos que necesitamos para lograrlo.
Después, el político gobernante de turno, se encargará de que se cumpla el programa y administrarlo con eficiencia, hasta que venga quien vaya a sucederle, que no podrá cambiarlo, sino que continuará con la misma labor. El Plan ya está realizado. Solo hay que administrarlo. El cargo político es para eso; un administrador de la comunidad.
Los Municipios deben participar en los procesos de planificación del desarrollo de las economías regionales, por ser la generadora de recursos genuinos que pueden aportarse al municipio, sin olvidar que el municipio para recaudar primero debe dar.
Es importante prever una ubicación de un futuro Parque Industrial para la transformación de producciones primarias y el ordenamiento de las ya existentes.
Las luchas partidarias perderán el parecido a las barras bravas futboleras. No somos enemigos. Estamos todos juntos en la viña del Señor y debemos tratar de que la viña prospere para todos.